· MILLO CASTRO ZALDARRIAGA ·


     Había una vez una niña que soñaba con aprender a tocar los tambores. Vivía en una isla llena de música, colores y deliciosas frutas tropicales. Su nombre era Millo.

     Todos en la isla sabían que solo los niños tenían permitido tocar los tambores.

     -Vete a tu casa -le gritaban a Millo-. Esto no es para niñas -No sabían que la pasión musical de Millo era más fuerte que un cangrejo de los cocoteros. 

     Durante el día, Millo prestaba atención a los ruidos que la rodeaban, el sonido de las palmeras al bailar con el viento, el del aleteo de los colibrís, el del agua al saltar en un charco con ambos pies... ¡Splash!

     Por las noches, se sentaba en la playa a escuchar el sonido del mar.

     -¿Por qué no puedo tocar los tambores? -les preguntaba a las olas que rompían en la arena.

     Un día, Millo convenció a su padre para que la llevara a clases de música. Timbales, congas, bongós... ¡Podía tocar cualquier tipo de instrumento de percusión! Su maestro estaba tan impresionado que empezó a darle clases todos los días.

     -Tocaré en una banda de verdad -repetía Millo.

     Cuando su hermana Cuchito fundó Anacaona, la primera banda de baile formada solo por mujeres, Millo entró como percusionista a los diez años. Pronto pusieron a bailar a toda la isla.

     Millo se convirtió en una música famosa en todo el mundo. Incluso tocó en el cumpleaños del presidente de Estados Unidos cuando apenas tenía quince años. 


CIRCA 1922

CUBA



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